jueves, 27 de enero de 2011

LA ALHAMBRA DE GRANADA (vídeo)


Emplazada en la parte más alta de una colina que se alza en la margen izquierda del río Darro, encontramos la Alhambra, ciudad palatina fortificada que sirvió como residencia de la corte de los sultanes nazaríes.
Es con Muhammad III, a principios del siglo XIV, cuando la Alhambra empieza a ser verdaderamente una ciudad. Con el sultán Ismail I y, sobre todo, con Yusuf I y su hijo Muhammad V se alcanzará el máximo esplendor de la Alhambra con la construcción del Palacio de Comares, la Torre de la Cautiva, la Puerta de Siete Suelos y el Palacio de los Leones.
La Alcazaba tiene planta rectangular irregular y consta de dos recintos. Fortificado por altas torres, entre ellas destacan las del Homenaje y la de la Vela. La visita a la zona de palacios nazaríes se inicia por el mexuar, estancia donde se reunía el consejo de visires. Desde aquí se pasa al Cuarto Dorado, palacio que fue muy reformado posteriormente.
La siguiente estancia es el Palacio de Comares, donde se ubica la famosa Torre de Comares y el patio de la Alberca o de los Arrayanes. En el Patio de los Arrayanes se realizaban grandes recepciones, siendo el lugar en el que las personalidades aguardaban a ser recibidas por el sultán. El agua de la alberca conseguía maravillar a los visitantes con un espectacular efecto de espejo, que reflejaba los arcos y la Torre de Comares, haciendo de la construcción un palacio flotante.
En el ángulo entre los palacios de Comares y Leones se halla el Baño Real. El Palacio de los Leones se dispone en dirección este-oeste. Sus dependencias se ordenan en torno a un patio rectangular, rodeado por pórticos en todos sus lados. En su centro se ubica la famosa fuente de los leones, uno de los lugares más emblemáticos de la Alhambra.
Junto a los edificios citados, otras construcciones menores completaban la Alhambra. Anexo a los palacios nazaríes encontramos el palacio de Carlos V, proyectado por Pedro Machuca. Eligió una planta cuadrangular con un patio circular. Construcción cristiana fue también la iglesia de Santa María, diseñada por Juan de Herrera en el siglo XVI sobre las ruinas de la que fue gran mezquita real.

EL ARTE DE LOS SIGLOS XI AL XV EN AL-ANDALUS (vídeo)


El hundimiento del Califato en el año 1031 provocará el disgregamiento del territorio de al-Andalus en una serie de reinos independientes, denominados Taifas.
Cada uno de estos reinos competirá con sus vecinos en la promoción del arte y el conocimiento, por lo que se trata de un periodo de gran desarrollo cultural. La taifa de los Beni Hud de Zaragoza nos ha dejado el maravilloso Palacio de la Aljafería. En los restos conservados podemos admirar la riqueza decorativa alcanzada y el empleo de materiales fáciles de modelar, como el alabastro y el yeso.
La delicada situación política y las continuas tensiones entre los reinos conducirán a la construcción de un amplio número de castillos y fortalezas, reforzándose las levantadas en tiempos anteriores. Buenos ejemplos de ello son las alcazabas de Málaga y Almería.
La presión de los reinos cristianos del norte será la causa de la entrada en tierras andalusíes de tropas procedentes del norte de Africa. Los almorávides en los años finales del siglo XI formarán un gran imperio, que desde Marruecos alcanza los territorios de al-Andalus.
A mediados del siglo XII un nuevo imperio vuelve a ocupar las tierras andalusíes. Se trata de los almohades, que tendrán en Sevilla su capital.
Los almohades, grandes constructores, serán los artífices de la construcción de la Giralda. El alminar de la mezquita aljama sevillana alcanza los 94 metros de altura, con balcones y ventanas en los cuatro frentes. La decoración de los muros hasta la mitad de la altura presenta tres paños verticales con la típica red de rombos.
Otra construcción característica del imperio almohade es la llamada Torre del Oro, una torre albarrana que formaba parte de las defensas de los alcázares y el puerto.
Los almohades también restauraron los antiguos alcázares taifas para convertirlos en una ciudadela cortesana y militar. De esta época se conserva el Patio del Yeso. La decoración de las arquerías de la fachada es similar a la de la Giralda. Posteriormente los reyes cristianos continuaron la labor edilicia en este lugar, pero siguieron el estilo arquitectónico y decorativo, una muestra más de la superioridad cultural andalusí.
La victoria de los reinos cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa abrirá el valle del Guadalquivir a las tropas castellanas. A lo largo del siglo XIII caerán en sus manos las principales ciudade

LOS ALMINARES ALMOHADES (vídeo)


El califa Abd al-Rahman III decide fundar en el año 936 una nueva ciudad en las cercanías de Cordoba. Madinat al-Zahra adoptará una forma rectangular, de 1500 metros de longitud por 750 de ancho, rodeado su perímetro por una gruesa muralla. Su adaptación a la topografía del terreno motivará la disposición de los edificios en tres terrazas superpuestas. Las dos zonas superiores corresponden al dominio del alcázar mientras que la inferior estaría ocupada por la mezquita y el caserío urbano.
Lo que se ha excavado hasta el momento constituye una décima parte del total de la ciudad.
La puerta norte se abre en el centro de la muralla septentrional, en el punto donde llegaba uno de los caminos procedentes de Córdoba. La puerta presenta una disposición acodada que nos conduce a la estancia del cuerpo de guardia. Desde aquí podíamos acceder directamente al Alcázar.
El siguiente espacio es el Dar al-Yund, la Casa Militar, un edificio de planta basilical con cinco naves y un amplio nártex ante el que se levantaba un gran patio. De esta zona se conservan las arquerías del edificio. Al oeste de la Casa Militar se levantaban otras edificaciones, hoy muy devastadas. Se trata de las caballerizas; los baños, que ocupan una disposición centralizada; las viviendas de servicio; el cuerpo de guardia, emplazado en un espacio trapezoidal; los patios superiores; una casa que se denomina vivienda de Yafar; otra vivienda, esta con un amplio jardín central; el llamado patio de los pilares; y algo más alejada la Dar al-Mulk, la Casa Real.
A través de unas calles en rampa se conecta la Dar al-Yund con la terraza inferior. Por este lugar pasaban obligatoriamente todas las embajadas que visitaban al califa. La calle desemboca en una gran galería porticada de quince arcos. Se trata de una estructura teatral, un telón de fondo para impresionar a los visitantes. Delante de la galería encontramos una amplia plaza a cielo abierto, lugar de concentración de tropas.
En la terraza inferior se ubica la mezquita aljama. Presenta planta rectangular con un patio con una galería porticada y la sala de oración, con cinco naves separadas por arcos de herradura. En el patio se levantaba el alminar, de planta cuadrada el exterior y octogonal al interior. Delante de la mezquita se emplazan un conjunto de habitaciones identificadas como la Casa de la Limosna.
La zona más interesante de todo el conjunto es el salón de recepciones y el jardín que se abre a su fachada. El llamado Salón Rico fue mandado construir por Abd al-Rahman III entre los años 953 y 957. Presenta planta basilical, con tres naves separadas por arquerías de herradura, rematadas en sus cabeceras con decoración de arcos ciegos. El central sería el telón de fondo donde el califa realizaría los recibimientos oficiales. Las cualidades del edificio como espacio de recepción oficial se manifestaron no tanto en la concepción de la planta como en su extraordinaria decoración. Se empleará una nueva técnica, basada en la talla de un amplio repertorio decorativo sobre una piedra diferente a la constructiva, que quedaría fijada al paramento, como si de una epidermis se tratara.
A los pies del Salón se encuentra el Jardín Alto, que se organiza en 4 parterres con un edificio en el centro rodeado de cuatro albercas. En el costado oriental del Salón encontramos una serie de habitaciones anejas culminadas con un baño de pequeñas proporciones.
En las primeras décadas del siglo XI se produciría el abandono definitivo de Madinat al-Zahra y las primeras destrucciones.

MEDINA AZAHARA (MADINAT AL-ZAHRA)


El califa Abd al-Rahman III decide fundar en el año 936 una nueva ciudad en las cercanías de Cordoba. Madinat al-Zahra adoptará una forma rectangular, de 1500 metros de longitud por 750 de ancho, rodeado su perímetro por una gruesa muralla. Su adaptación a la topografía del terreno motivará la disposición de los edificios en tres terrazas superpuestas. Las dos zonas superiores corresponden al dominio del alcázar mientras que la inferior estaría ocupada por la mezquita y el caserío urbano.
Lo que se ha excavado hasta el momento constituye una décima parte del total de la ciudad.
La puerta norte se abre en el centro de la muralla septentrional, en el punto donde llegaba uno de los caminos procedentes de Córdoba. La puerta presenta una disposición acodada que nos conduce a la estancia del cuerpo de guardia. Desde aquí podíamos acceder directamente al Alcázar.
El siguiente espacio es el Dar al-Yund, la Casa Militar, un edificio de planta basilical con cinco naves y un amplio nártex ante el que se levantaba un gran patio. De esta zona se conservan las arquerías del edificio. Al oeste de la Casa Militar se levantaban otras edificaciones, hoy muy devastadas. Se trata de las caballerizas; los baños, que ocupan una disposición centralizada; las viviendas de servicio; el cuerpo de guardia, emplazado en un espacio trapezoidal; los patios superiores; una casa que se denomina vivienda de Yafar; otra vivienda, esta con un amplio jardín central; el llamado patio de los pilares; y algo más alejada la Dar al-Mulk, la Casa Real.
A través de unas calles en rampa se conecta la Dar al-Yund con la terraza inferior. Por este lugar pasaban obligatoriamente todas las embajadas que visitaban al califa. La calle desemboca en una gran galería porticada de quince arcos. Se trata de una estructura teatral, un telón de fondo para impresionar a los visitantes. Delante de la galería encontramos una amplia plaza a cielo abierto, lugar de concentración de tropas.
En la terraza inferior se ubica la mezquita aljama. Presenta planta rectangular con un patio con una galería porticada y la sala de oración, con cinco naves separadas por arcos de herradura. En el patio se levantaba el alminar, de planta cuadrada el exterior y octogonal al interior. Delante de la mezquita se emplazan un conjunto de habitaciones identificadas como la Casa de la Limosna.
La zona más interesante de todo el conjunto es el salón de recepciones y el jardín que se abre a su fachada. El llamado Salón Rico fue mandado construir por Abd al-Rahman III entre los años 953 y 957. Presenta planta basilical, con tres naves separadas por arquerías de herradura, rematadas en sus cabeceras con decoración de arcos ciegos. El central sería el telón de fondo donde el califa realizaría los recibimientos oficiales. Las cualidades del edificio como espacio de recepción oficial se manifestaron no tanto en la concepción de la planta como en su extraordinaria decoración. Se empleará una nueva técnica, basada en la talla de un amplio repertorio decorativo sobre una piedra diferente a la constructiva, que quedaría fijada al paramento, como si de una epidermis se tratara.
A los pies del Salón se encuentra el Jardín Alto, que se organiza en 4 parterres con un edificio en el centro rodeado de cuatro albercas. En el costado oriental del Salón encontramos una serie de habitaciones anejas culminadas con un baño de pequeñas proporciones.
En las primeras décadas del siglo XI se produciría el abandono definitivo de Madinat al-Zahra y las primeras destrucciones.

LA MEZQUITA DE CÓRDOBA (vídeo)


En el año 785, ante el aumento de la población cordobesa, Abd al-Rahman I decide construir una nueva mezquita en el lugar ocupado por la iglesia de San Vicente. Consta de diez naves con 130 columnas de doble arcada abiertas a un patio rectangular de 74 metros de largo. Su hijo Hixam I será el encargado de finalizar las obras, levantando el alminar.
Abd al-Rahman II en el año 833 añade una nave porticada en el patio, prolongando con siete tramos más las naves, en dirección al Guadalquivir, sostenidas por otras 80 columnas y construyendo un nuevo mihrab.
En el año 945 el patio y el alminar serán modificados por Abd al-Rahman III. Su hijo Al-Hakam II derriba el muro meridional y amplia la sala de oración con doce tramos y otras 120 columnas. La zona del mihrab y las tres espléndidas cúpulas que lo anteceden también son de esta época, alrededor del año 965.
Entre los años 987 y 990 Almanzor llevará a cabo la última ampliación y la más extensa. La proximidad del río hace que las naves se amplíen hacia oriente, quedando el mihrab descentrado. De esta manera, la sala de oración mide 130 metros de lado, superada sólo por la mezquita de Samarra. Por supuesto, el patio también es ampliado, finalizándose la decoración de la Puerta del Perdón.
En 1523 se iniciaron las obras del crucero de la Catedral, por mandato del obispo don Alonso Manrique. Hernán Ruiz será el encargado del proyecto, concluyéndose los trabajos a comienzos del siglo XVII.
La organización arquitectónica de las arquerías de la mezquita cordobesa quedaría fijada en el primer edificio, en el año 785, tomando posiblemente como ejemplo el acueducto de los Milagros de Mérida. La novedad introducida por el arquitecto cordobés consiste en la superposición de dos soportes: una columna abajo y un pilar arriba, y dos arcos, el inferior de herradura -que sirve de entibo para impedir el desplazamiento lateral de los soportes- y el superior de medio punto, recibiendo la techumbre de madera. Las 612 columnas son, en su mayoría, reutilizadas de edificios romanos. En los arcos destaca la bicromía al combinar piedra y ladrillo
Todo el lujo y el barroquismo de la Mezquita se concentran en la zona de la maksura y el mihrab, la ampliación de Al-Hakam II. Destaca el juego de arcos lobulados y entrelazados decorados con ataurique, creando la característica red de rombos. El mihrab conserva el tradicional arco de herradura, revestidas sus jambas por dos hermosísimas losas de mármol también con decoración de ataurique.
Esta impactante decoración tendría una evidente función simbólica, relacionada con el poder del califa cordobés y el gusto islámico por la suntuosidad.

EL ARTE EMIRAL Y CALIFAL EN AL-ANDALUS (vídeo)


El Islam tiene su origen en la Península Arábiga, lugar de nacimiento de Mahoma, el profeta. Allí se encuentran dos de las ciudades santas del Islam: La Meca y Medina, urbes en las que el profeta pasó la mayor parte de su vida. Por ello, los musulmanes, siguiendo uno de los pilares de su fe, deben visitar al menos una vez en la vida estos santos lugares.
Tras la muerte de Mahoma, en el año 632, el Islam inicia una fulgurante expansión, que le conducirá hacia Mesopotamia, el norte de Africa y la península Ibérica, donde llegará en el año 711.
Tarifa será el punto de partida desde el que las tropas de Tariq y Muza inicien su ataque contra el reino visigodo. La ocupación de buena parte de la península se realizará rápidamente, en apenas veinte años. Al-Andalus quedará convertida en una provincia del estado Omeya, con capital en Damasco.
La llegada de Abd al-Rahman I en el año 756 supondrá el inicio de una nueva etapa: el emirato independiente. Los omeyas se hacen con al-Andalus, tras su expulsión del poder en Oriente.
En el año 929 Abd al-Rahman III se proclama califa, por lo que nos encontramos ante un nuevo periodo de la historia andalusí. El califato es el momento de máximo esplendor político, económico y cultural de toda la historia de al-Andalus.
La gran obra de este primer momento histórico andalusí es, sin duda, la Mezquita aljama de Córdoba. Iniciada por Abd al-Rahman I en el año 785, sus sucesores seguirán una política de ampliación, hasta alcanzar con Almanzor su aspecto definitivo. La Mezquita es un gran espacio rectangular precedido de un amplio patio con su característico alminar.
En el interior, el viajero se ve seducido por un amplio bosque de columnas y arquerías de medio punto y herradura, haciéndonos pensar en una vegetación de mármol que ha brotado de manera inesperada del suelo. Pero el asombro del viajero todavía no ha acabado. Cuando llega a la zona de la maksura, los arcos entrelazados y las bóvedas de nervios que no se cruzan en el centro consiguen arrancarnos más de una palabra de admiración. En el mihrab, una espectacular decoración epigráfica y vegetal nos habla del poder del califa cordobés y del gusto islámico por la suntuosidad.
En las cercanías de Córdoba, Abd al-Rahman III mandó construir una nueva ciudad denominada Madinat al-Zahra. La nueva capital adoptará una forma rectangular, de 1500 metros de longitud por 750 de ancho, rodeado su perímetro por una gruesa muralla. Su adaptación a la topografía del terreno motivará la disposición de los edificios en tres terrazas superpuestas. En la terraza intermedia se encontraba la parte principal del palacio, con el gran salón de recepciones y sus amplios jardines. El llamado Salón Rico fue construido entre los años 953 y 957. Presenta planta basilical, con tres naves separadas por arquerías de herradura, rematadas en sus cabeceras con decoración de arcos ciegos. En el año 1010 los beréberes destruían Madinat al-Zahra, acabando así con una ciudad palatina concebida con todo el lujo que caracterizaba a la dinastía omeya.

LA EXPANSIÓN DEL ISLAM (vídeo)


  A la muerte de Mahoma, en el año 632, el mundo islámico ha experimentado una rápida expansión, que le ha llevado, a partir de las ciudades santas de Medina y La Meca, a asentarse en buena parte de la península Arábiga.
  Entre los años 632 y 656, los cuatro primeros califas consiguen que el Islam se expanda por toda Arabia, Egipto, Siria, Irán y el Jurasán. Muy importante va a ser la expansión musulmana con la dinastía omeya, alcanzando, por el Oeste, a todo el Magreb, la península Ibérica y Sicilia, y por el Este, la Transoxiana y el Sind.
  Hacia el año 1250, el mundo musulmán, pese a perder la mitad de la península Ibérica, ha logrado avanzar hacia el sur en el Magreb y se ha extendido por la costa oriental de Africa. Además, son zonas islámicas buena parte de Anatolia, la región de Kazán, las tierras entre los mares Caspio y Aral y el norte de la India.
  Pese a que los cristianos han acabado de reconquistar la península Ibérica hacia el 1500, es entonces cuando el Islam alcanza su máxima extensión. En esa fecha la religión musulmana llega a toda la mitad norte de Africa y avanza por la costa oriental y Madagascar. También ha vuelto a penetrar en Europa por Grecia y los Balcanes, mientras que controla ya una gran extensión del sur de Rusia, casi toda la India y zonas Malasia, Sumatra y Java.

LA RELIGIÓN ISLÁMICA (vídeo)


  La religión islámica se originó a principios del siglo VII en la península arábiga, en las ciudades de La Meca y Medina. Según la tradición un mercader, Muhámmad o Mahoma, recibió varias revelaciones de Dios, Alá, que fueron recogidas directa e inalterablemente en un libro sagrado, el Corán.
  El Islam se apoya en cinco pilares u obligaciones principales de todos los musulmanes, preceptos que rigen la vida cotidiana de las comunidades. El primero es la shahada o profesión de fe, recitar tres veces: "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su enviado". Cuando se hace ante dos testigos, se entra a formar parte de la comunidad de fieles del Islam.
  El segundo pilar es la oración, que debe ser realizada cinco veces al día en unas horas determinadas. Cualquier lugar es válido, siempre que sea considerado digno, aunque los viernes a mediodía es obligatorio que los hombres recen colectivamente en la mezquita principal.
  El tercer pilar es el zakat o impuesto obligatorio, la entrega de una parte del patrimonio para ayudar a los necesitados de la comunidad. Durante el mes de Ramadan se produce la cuarta obligación de los musulmanes, es decir, la abstención de comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales durante las horas de luz solar.
  El quinto y último pilar es la peregrinación o hagg a la ciudad sagrada de La Meca, al menos una vez en la vida. Los creyentes deben viajar a la ciudad santa sólo si pueden permitírselo y no contraen deudas para ellos y sus familias. El objetivo fundamental es visitar la Gran Mezquita de La Meca, en cuyo patio se encuentra la Kaaba, considerado el primer templo dedicado a la adoración del Dios Unico.

EL ISLAM (video)


  "En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso...". Así empieza el Corán, texto que contiene lo que según el islam es la última Revelación dirigida por Dios -en árabe Alá, "el único Dios"- a la humanidad, a través de un profeta llamado Muhammad o Mahoma.
  La doctrina islámica se originó en la Hidjaz, la región noroccidental de la península arábiga, y en particular en La Meca y Yathrib, posteriormente conocida como Medina. En ésta última, a comienzos del siglo VII, un mercader de cuarenta años de edad, Muhammad, recibió varias revelaciones de Dios entre los años 610 y 632, con el encargo de predicarlas a la humanidad. La predicación de Mahoma comenzó en La Meca, aunque la persecución de sus adeptos obligó al Profeta a trasladarse a Medina con unos ciento cincuenta seguidores. La huida, en el año 622, conocida como la hégira, marca el inicio del calendario islámico.
  En Medina, Mahoma siguió predicando y ganando adeptos a su doctrina. Allí formó una nueva comunidad con los fieles de su religión, llamada umma, basada en los principios de fraternidad, igualdad, ayuda mutua y solidaridad. En los diez años siguientes, Mahoma ejerció el control religioso, político y militar sobre una comunidad nueva y dinámica.
  En el año 630 Mahoma había conseguido ya el poder suficiente para permitirle hacer su entrada triunfal en La Meca. En la cumbre de su autoridad, controlaba gran parte de la península arábiga y había enviado fuerzas para comprobar las defensas bizantinas en el sur de Siria. A la muerte del profeta, sus sucesores recibieron el título de califas, es decir, "sucesor del enviado de Dios". Éstos, en los treinta años siguientes, consiguieron extender el mundo islámico hasta Egipto, Mesopotamia, Siria y buena parte del actual Irán. Especialmente significativa fue la toma de Jerusalén, donde fue levantada la Mezquita de la Cúpula de la Roca.
  Ésta se construyó sobre el lugar que ocupó el Templo de Salomón, aunque la tradición afirma que sólo se quiso preservar el recuerdo del viaje del Profeta al Paraíso. Con este edificio en Jerusalén, el islam implantaba, junto con Medina y La Meca, un tercer lugar sagrado, cuya apariencia competía, además, con los edificios cristianos de la ciudad
  Entre los años 661 y 750, el califato estuvo en manos de una nueva dinastía, la omeya, que trasladó la capital desde Medina a Damasco. Con los omeya, el imperio islámico alcanzó su máxima expansión, conquistando el Magreb hasta el Atlántico, la península Ibérica, parte de la Galia y, en el Oriente, ocupando la Transoxiana y el Sind.
  El derrocamiento de los omeyas en el año 750 dio lugar a una nueva dinastía califal, la abbasí, que cambió su capital a Bagdad. Durante este periodo, la sociedad islámica experimentó un importante proceso de transformación hacia la vida urbana, floreciendo la actividad intelectual y el comercio. Pero paulatinamente los califas de Bagdad vieron cómo su gobierno quedaba reducido a poco más del territorio de Irak, formándose diversos estados prácticamente independientes. Uno de los más importantes fue el emirato omeya de al-Andalus.
  Abd al-Rahman I, miembro de los derrocados omeyas, se hizo dueño de al-Andalus, adoptando el título de emir. Uno de sus descendientes, Abd al-Rahman III, rompió toda dependencia de Bagdad y se proclamó califa. Con los omeyas, al-Andalus recibió embajadas extranjeras en busca de alianzas, al tiempo que surgieron una agricultura y una industria florecientes y fueron traducidas las obras clásicas. Las sucesivas ampliaciones de la mezquita aljama cordobesa convirtieron al-Andalus y su capital en el faro del islam en Occidente.
  La desintegración del califato en el año 1031 dio lugar a un periodo de desórdenes y división, los llamados reinos taifas. Almorávides, en el siglo XII, y almohades, en el XIII, consiguieron momentáneamente reunificar al-Andalus. Sin embargo, al final sólo sobrevivió el pequeño reino nazarí de Granada, que pasó a manos de la cristiandad en 1492. A pesar de ello, antes de caer dejó como herencia una de las más asombrosas maravillas arquitectónicas del mundo islámico: la exuberante Alhambra.

ARTE ISLAMICO (II) (vídeo)

ARTE ISLAMICO (I) (vídeo)

sábado, 15 de enero de 2011

El TESORO DE ATREO EN MICENAS (vídeo)

El llamado Tesoro de Atreo en Micenas es el ejemplo más sobresaliente de las tumbas de cámara o de tholos. Estaría construida aproximadamente en los años 1250-1220 a.C. y ya en la Antigüedad se podía visitar, interpretándose como un lugar de almacenamiento de las riquezas de los príncipes. Cuando fue descubierta por Schliemann, entre 1874-76, el arqueólogo consideró que se trataba de la tumba de Agamenón.
A la cámara sepulcral se accede por un corredor llamado dromos, a cielo abierto y de trazado horizontal, bordeado por altos muros de piedras bien labradas. El dromos del Tesoro de Atreo mide 36 metros de largo por 6 de ancho, alcanzando sus paredes laterales los 14 metros de altura. El dromos conduce a una gran puerta, de forma trapezoidal, con 5x4 metros de alto y 2x6 de ancho. Sobre ella se encuentra un arco triangular de descarga formado por bloques dispuestos en saledizo. La puerta permite entrar en el pasillo interior o stomion, cubierto con dos dinteles de piedra de un metro de espesor.
La cámara sepulcral se halla excavada en la roca, recubiertos sus muros por hiladas de piedra que van estrechando el diámetro interior hasta cerrarse en lo alto para formar la llamada falsa cúpula. Tiene una altura de 14 metros, casi la misma dimensión del diámetro. En un lado de la cámara se abre una portezuela que da a una reducida habitación excavada en la roca, la cámara sepulcral propiamente dicha.

EL PALACIO DE CNOSSOS (vídeo)



El palacio de Cnosós es el mejor ejemplo de la arquitectura palacial minoica. Fue edificado entre 1600 y 1480 a.C. y consta de unas 1.500 habitaciones en sus 17.400 metros cuadrados construidos. El artífice de su estado actual es el arqueólogo sir Arthur John Evans, quien inició sus trabajos en 1900, considerando que se trataba de la residencia del mítico rey Minos.
El acceso al palacio desde el patio oeste se realizaba a través de una habitación cubierta, el porche occidental, sala porticada decorada con temática taurina. Se continuaba por un corredor en ángulo llamado de las procesiones por estar decorado con un fresco con figuras portadoras de ofrendas. A mitad del camino, el corredor permitía el acceso a una monumental entrada con escalera denominada el propileo sur. El corredor prosigue hasta desembocar en el patio central.
El acceso por el sur se hacía por una sala porticada construida con grandes bloques de piedra, salvando con tramos escalonados el desnivel de la colina. Por el norte se accedía por la sala de los pilares, una habitación hipóstila de gran tamaño de la que partía un pasillo hacia el patio. Este patio central, de 50 por 28 metros, aglutina a su alrededor todo el complejo palacial, dividido en dos grandes conjuntos, el oriental y el occidental. El ala oeste corresponde a la zona oficial y de almacenes mientras que el ala este se hallaba ocupada por los talleres de los artesanos y las residencias particulares de las jerarquías nobiliarias.
En el oeste encontramos el salón del trono, habitación pequeña con un banco corrido y un trono. A continuación se halla una escalera de acceso al piso superior y el llamado santuario del palacio, con una habitación anexa denominada el depósito de ofrendas. En la parte posterior de estas habitaciones oficiales se ubican unas salas estrechas y largas que servían como almacenes, calculándose su capacidad máxima en 250.000 litros.
En el ala este los restos están mejor conservados. La parte principal de este espacio la constituyen las habitaciones residenciales. Desde el patio central, la Gran Escalera daba acceso a cinco pisos. Entre las habitaciones residenciales destacan las llamadas sala de las columnas, la sala de las dobles hachas y el megarón de la reina. Sus paredes se hallaban decoradas con frescos.
La parte norte del ala oriental estaba ocupada por una serie de dependencias dedicadas a talleres. En la zona sur se sitúan otras residencias señoriales dispuestas en íntima relación con el conjunto y sin límites claramente señalados.

GRANDES CIVILIZACIONES: GRECIA (vídeo)


  Los habitantes de la antigua Grecia se llamaban a sí mismos helenos, y a su tierra, Grecia, la llamaban la Hélade. El territorio de la Grecia antigua coincide aproximadamente con el actual, pero para completar el mundo helénico es preciso añadir las costas egeas de Asia Menor, así como las del sur de Italia y la isla de Sicilia.
  La historia y la cultura griegas están íntimamente relacionadas con el paisaje. La Grecia continental es prácticamente una cadena montañosa que se hunde en el Mar Egeo, cuyas numerosas islas no son más que las cimas de esta cordillera sumergida. Este fenómeno ha dado lugar a unas líneas costeras muy recortadas y abruptas, con abundantes penínsulas y pequeñas islas próximas, además de unos valles interiores cerrados y de difícil acceso. Las llanuras, por el contrario, son escasas y de pequeña extensión.
  El nexo de unión de estas diferentes áreas es el mar, vía de enlace de los diferentes territorios y factor de expansión del mundo griego. La escasez de terreno fértil obligará al griego antiguo a buscar nuevas tierras que alimenten a la población sobrante. De ahí la vocación comercial del pueblo heleno o la colonización de nuevos territorios, que caracterizarán a la Grecia antigua.
  Pero el paisaje griego, con ser importante, no ayuda por sí solo a explicar el maravilloso legado cultural helénico. El racionalismo como actitud ante la vida, la consideración del hombre como medida de todas las cosas, el amor a la belleza y un elevado sentido estético o la democracia como sistema político, son valores espirituales presentes en nuestro mundo. "Opino que es justo favorecer al pueblo en general en detrimento de los nobles y los ricos, porque es el pueblo quien, al dar los hombres para la marina y el comercio, constituye la fuerza de Atenas. En consecuencia, justo es que participe de los cargos que dependen de una elección", dirá Jenofonte en el siglo IV. Estos valores, sin duda una deuda reconocible con el mundo griego, no surgen de manera repentina, sino que son el fruto de evolución de casi 3.000 años.
  Durante estos tres milenios, pueblos diferentes poblaron las tierras de la Hélade. Desde el año 3000 a.C., en que finaliza el Neolítico, hasta el 1100 antes de nuestra Era, se desarrolla la Edad del Bronce. En esta etapa emergen sucesivamente tres grandes culturas. La primera, la Cicládica, tiene como característica principal el desarrollo de un floreciente comercio.
  Mucho más importante será la cultura minoica, cuyo núcleo es la isla de Creta. Alrededor del 1900 a.C. surgen grandiosos palacios en Cnosós y Festo, imponentes residencias reales con cientos de habitaciones, algunas de ellas bellísimamente decoradas con frescos vivos y coloristas. Los palacios cretenses señalan la aparición de un poder absoluto, sustentado económicamente por una intensa actividad comercial,   basada en el intercambio de suntuosos objetos de artesanía.
La civilización minoica presenta una religión en la que tiene un lugar central una poderosas diosa de la fertilidad, a la cual estaba asociado el animal-símbolo de Creta, el toro. Las creaciones artísticas cretenses expresan plenamente la fantasía y la inventiva de un pueblo pacífico, ciertamente hedonista, como prueban los frescos y los objetos suntuarios que se pueden apreciar en el Museo de Iraklión. Alrededor del año 1450 a.C. la explosión de un volcán en la isla de Théra provocó un grave cataclismo que afectó a toda la región y debilitó especialmente a Creta, que a partir de entonces no pudo ofrecer resistencia a la expansión micénica.
  La micénica, la tercera gran cultura de la Edad del Bronce en Grecia, debe su nombre a Micenas, la principal ciudad de los aqueos. Éstos, un pueblo de pastores-guerreros siempre en busca de pastos para sus rebaños, ocupan la Grecia continental y el Peloponeso entre los años 2000 y 1600 a.C. Los aqueos traen consigo la doma del caballo, el carro de guerra y las espadas largas de bronce. Las ciudades-estado propias de su momento de máximo apogeo, entre el 1600 y el 1100 a.C., como Micenas o Tirinto, se rodean de poderosas murallas, como corresponde a una cultura guerrera, y en ellas se impone una rígida pirámide social sustentada por una notable producción de objetos suntuarios, con los que comerciarán en todo el Egeo y el Mediterráneo oriental.
  Con la invasión de los dorios acabó la cultura micénica y la Edad del Bronce, dando paso a la Edad del Hierro, allá por el siglo XI a.C. Entre los años 900 y 725 a.C., un lento crecimiento demográfico y económico consolida las nacientes poleis o ciudades-estado griegas. Atenas, Argos, Corinto y las ciudades de Eubea, entre otras, irrumpen en la escena del comercio mediterráneo, gracias a sus refinadas producciones cerámicas y de metal y a las exportaciones de aceite y vino. La expansión comercial de estas ciudades hizo que, hacia el siglo IX antes de nuestra Era, diera comienzo la fundación de colonias por todo el Mediterráneo, desde el Mar Negro hasta Iberia y desde el Norte de África hasta las costas francesas, buscando el beneficio del trasiego mercantil.
  El siglo VI a.C. constituye la etapa de consolidación del carácter griego, sobre todo a partir de la gran prueba que supone su enfrentamiento con los persas en las Guerras Médicas. Entonces, Grecia entró de lleno en la etapa de madurez, lo que conocemos como el periodo Clásico de la Antigüedad. El siglo V, tras las victorias sobre los persas en las batallas de Maratón y Salamina, significó la etapa de apogeo del mundo griego. Las ciudades eran gobernadas en su mayoría por sistemas democráticos, mientras que la artesanía y el comercio alcanzaron sus más altas cotas.
  También en esta centuria continúa la consolidación de los santuarios panhelénicos de Delfos y Olimpia como centros religiosos, además de como sedes de competiciones deportivas y literario-teatrales que atraen a competidores de todo el mundo conocido. En Delfos y en Olimpia, las poleis encuentran una sede diplomática común, un espacio en el que solventar sus diferencias y conflictos. Esto es especialmente significativo en el caso de Olimpia, donde los juegos atléticos y culturales, celebrados durante siete días cada cuatro años, provocan una tregua militar de obligado cumplimiento para todas las ciudades. Los vencedores, considerados héroes, semidioses, competían en deportes diversos, sabedores de que su éxito les prestigiaba no sólo a ellos, sino también a su polis de origen.
  En Atenas, la gran ciudad del periodo Clásico, el dirigente Pericles gobernó entre los años 461 y 429 a.C., dando su nombre a todo el siglo por el prestigio que consiguió para su ciudad. A su intervención personal se debe el maravilloso conjunto arquitectónico de la Acrópolis, la obra cumbre del arte clásico, con sus majestuosos Propileos, el deslumbrante Erecteion y el fabuloso Partenón, templo dedicado a Atenea Partenos, la diosa protectora de la ciudad.
  Grecia se encuentra, durante el periodo Clásico, en su máximo esplendor económico, cultural y artístico. Arquitectos y escultores persiguen el ideal de belleza y lo encuentran en la proporción, el equilibrio, la medida y la armonía. Los escultores trabajan y estudian minuciosamente la forma de representar las medidas perfectas, los cuerpos ideales conforme al canon griego. Como resultado, atletas, dioses y héroes salen del cincel de los artistas manifestando una naturalidad más aparente que real, pues todo ha sido sabiamente calculado. Los arquitectos, por su parte, levantan templos de finas proporciones y maduran sus construcciones hacia formas y estructuras de exquisita armonía, en las que se exalta la grandiosidad y el refinamiento decorativo, como queda de manifiesto en los cada vez más ricos e intensos frontones.
  No sólo el arte, también la filosofía, la astronomía, la geografía o la física se benefician de esta efervescencia cultural. La razón, la lógica, se convierte en el motor del conocimiento y sitúa al ser humano al frente de su propia existencia, pues los sabios griegos consideran que la explicación mágica o religiosa, por sí sola, no bastan para entender el mundo, la naturaleza y la propia esencia humana. "Muchas cosas hay admirables, pero ninguna es más admirable que el hombre", dirá el dramaturgo Sófocles. Sócrates, Platón, Aristóteles... argumentan y crean escuelas, buscan la sabiduría, a la que aman: son filósofos.
  El teatro es otra de las grandes realizaciones griegas. Metáfora del mundo, de la vida cotidiana, de los mitos y los actos de los dioses, las representaciones congregaban a miles de personas, pues tenían un significado no sólo lúdico, sino ritual y filosófico. Esquilo, Eurípides, Aristófanes o el ya mencionado Sófocles escribieron obras que aún hoy producen admiración. La perfecta acústica de los teatros, como el de Epidauro, permite a los actores hacerse oír por el más lejano de los 15.000 espectadores presentes, convirtiendo al público en parte integrante de la obra.
  La hegemonía de Atenas en el siglo V a.C., su expansionismo imperialista, provoca rebeliones y conflictos contra la política ática en todo el mundo griego. La rivalidad con Esparta, Corinto y otras ciudades desencadena la Guerra del Peloponeso, que durará treinta años y de la que Atenas saldrá derrotada. Esta lucha provocó una transformación del mundo clásico, aunque éste aún se prolongará hasta el año 338 a.C., en que Alejandro Magno, hijo de Filipo, un monarca procedente de Macedonia, en el norte de Grecia, conquistará a todas las ciudades-estado y organizará el Imperio griego. Alejandro reanuda con fuerza la lucha contra los persas, emprendiendo una marcha triunfal que le hará conquistar Egipto, llegar incluso hasta la India y formar el primer imperio universal de la historia.
  Tras la muerte de Alejandro en el año 323 a.C., el imperio se divide en reinos, ligas y pequeños estados, pero la civilización griega antigua, aun en su etapa final, conoce un periodo de esplendor, el helenístico. Aunque Atenas sigue manteniendo su prestigio cultural y artístico, otras ciudades como Antioquía, Rodas, Pérgamo, Mileto o Alejandría se convertirán en centros culturales de gran importancia. Arquitectura y arte tienden ahora a la grandilocuencia, a la búsqueda de la emocionalidad, al lujo exaltador del poder. La fuerza de Grecia y de su arte es tal que, pese a su definitiva caída bajo el dominio de Roma en el año 146 a.C., el lenguaje helenístico sobrevivirá con éxito hasta la llegada de Augusto al poder, hasta el punto de convertirse en parte de la expresión romana.
  Fundamento, esencia, alma de la cultura y el pensamiento occidental, la Grecia antigua es parte fundamental del Mediterráneo y de Europa, raíz de la civilización. El paso del tiempo, Cronos implacable, deja a la piedra como principal testigo de lo que un día fue, pero la fascinación ejercida durante siglos se mantiene aún hoy viva, pues, como escribió sobre Grecia un viajero del siglo XVII, "la mente se fascina, el cuerpo desfallece y los ojos se deleitan y humedecen".

DESCRIPCIÓN DE LA GRECIA ANTIGUA (vídeo)

  El territorio de la Grecia antigua coincide aproximadamente con el actual, pero para completar el mundo helénico es preciso añadir las costas de Asia Menor, así como las del sur de Italia y la isla de Sicilia, configurando ambas regiones la llamada Magna Grecia.
  Sin embargo, el núcleo principal de la cultura helénica se concentrará en la Grecia continental, en la que pueden distinguirse tres grandes regiones: la Septentrional, terminada al sur en una línea que une el golfo de Ambracia con las Termóplias; la Central, hasta el istmo de Corinto, y la Meridional, la península del Peloponeso.
  La región Septentrional, cuyo límite superior no puede establecerse con exactitud, abarca regiones como Iliria, Macedonia, Epiro y Tesalia. Éstas no fueron consideradas por los antiguos como propiamente griegas, siendo tardía su intervención en la historia del país.
  La Grecia Central comprende regiones como la Acarnania, la Etolia, la Fócida, Beocia y el Atica, donde se encuentra la inmortal Atenas. Por último, en el Peloponeso pueden distinguirse varias regiones, como la Argólida, la Lacionia, la Mesenia, la Arcadia, la Elida y la Acaya.
  Bañada por los mares Adriático, de Creta y Egeo, frente a las costas griegas se sitúan numerosísimas islas, que tendrán un papel fundamental en su historia. Las más importantes son Corfú, Cefalonia, Itaca o Zante, frente a la costa occidental; Citera, Salamina y Eubea. Esparcidas por el Egeo hallamos a Creta, las Cícladas, Rodas, Samos, Quíos, Lesbos, Samotracia y así hasta un largo etcétera.

miércoles, 12 de enero de 2011

EVOLUCIÓN DEL RETRATO ROMANO (vídeo)


  Posiblemente, el retrato es el género escultórico preferido en Roma. Su origen está vinculado con una práctica funeraria lo que provocará su aspecto profundamente realista ya que los patricios tenían la costumbre de hacer mascarillas de cera de sus difuntos para conservarlas en los atrios de sus hogares.
  Los etruscos ya realizaron retratos cargados de fuerza y realismo como el famoso Arringatore.
  El retrato en época republicana se debe, en su mayoría, a artistas griegos. Aun así, se interesa por la personalidad grave y sería de los modelos, aportando energía y decisión a las estatuas.
  Entre los primeros retratos imperiales destacan los de Augusto, bien como pontifex maximus o en calidad de cónsul cum imperium, pero siempre interesándose el artista por el realismo del modelo. De esta manera, el cabello liso y caído en mechones sobre la frente se convierte en moda hasta época de Trajano, en los inicios del siglo II.
  La barba empezará a generalizarse en época de Adriano, aumentando considerablemente de tamaño en la segunda mitad del siglo II, al tiempo que el cabello se hace más rizado y voluminoso como se observa en los retratos de Marco Aurelio o Caracalla.
  En la segunda mitad del siglo III se intensifica la expresión del rostro a través de un modelado seco y duro, como se pone de manifiesto en los retratos de Constantino.
  En cuanto al retrato femenino, de época republicana se conservan escasos ejemplares, destacando el busto de Clitia que el artista nos presenta surgiendo del cáliz de una flor.
  En época de Augusto, las mujeres presentan un peinado bajo, con raya en el centro y ondulado en los lados, como observamos en el de Agripina.
  Bajo los Flavios, en el último tercio del siglo I, el peinado femenino se transforma gracias a Julia, la hija de Tito, que impone un cabello rizado, a modo de nimbo alrededor de la parte superior del rostro.
  A mediados del siglo II se produce un nuevo cambio ya que el peinado baja de nuevo y se recoge en la nuca gracias a un moño. El peinado bajo continuará descendiendo a la largo de la centuria siguiente.

LA CASA ROMANA (vídeo)

EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA (vídeo)

  Una de las más destacables consecuencias de la presencia romana en la Península Ibérica a lo largo de seis siglos fue el desarrollo de un amplio programa de obras públicas. Así, crearon una extensa red de carreteras muchas de las cuales aun hoy perviven. También edificaron construcciones para el ocio, como teatros, anfiteatros o circos. Por último, la higiene pública de las ciudades fue atendida por medio de la construcción de redes de alcantarillado, termas o acueductos, que abastecían de agua corriente a las poblaciones.
  Quizás la más famosa construcción romana en la Península es el Acueducto de Segovia. Perfectamente conservado, la parte más famosa y monumental del acueducto corresponde al muro transparente de arcos sucesivos que lo mantiene airosamente alzado en la vaguada del Azoguejo.
  Realizado en granito a finales del siglo I después de Cristo, bajo el reinado del emperador Trajano, tiene una altura máxima de 28 metros y medio y 818 metros de largo. Para su construcción se utilizaron 20.400 bloques de piedra unidos sin ningún tipo de argamasa.
  Su autor hizo un extraordinario alarde de técnica, pues el equilibrio de tan liviana construcción descansa en el conjunto de la obra. De esta forma, el acueducto sólo se mantiene estable si se conserva en su integridad, a diferencia de otros ejemplos como el de los Milagros de Mérida, cuya estabilidad descansa de manera independiente en las columnas.

LOS BAÑOS ROMANOS (II): LAS TERMAS DE CARACALLA (vídeo).


  Las termas ocupan en la vida romana un papel de primera importancia. Además de baños públicos, en las termas existían salas de reunión, de estudio y bibliotecas.
  El modelo de terma imperial quedará establecido en las de Nerón y Trajano. Las de Caracalla, aunque sólo conservamos restos de sus muros y algunas bóvedas, nos ofrecen una perspectiva de su monumentalidad.
  En realidad fueron iniciadas por Septimio Severo y finalizadas por Alejandro Severo hacia el año 240. El edificio de las termas se inscribe en un recinto cuadrangular y está rodeado de jardines.
  El acceso se realiza por un vestíbulo que da paso a la sala de vestuario y a la palestra, que tiene otro vestuario en la zona norte. Al sur de la palestra encontramos el baño y el laconicum o baño turco. Dos nuevos baños completan la distribución de esta zona.
  El centro del edificio está presidido por el frigidarium, piscina de agua fría, cubierto por enormes bóvedas de arista sostenidas por columnas adosadas que se coronan con elegantes entablamentos. A ambos lados se situarían las salas anejas.
  Al sur del frigidarium se ubica el tepidarium, sala con calefacción de aire caliente bajo el pavimento, y el caldarium, sala circular dedicada al baño de agua caliente, de vapor y al masaje.
  Al norte del frigidarium se halla el natatio, gran piscina.
  El esquema del edificio es simétrico, por lo que las mismas dependencias que nos encontramos en el ala oeste se repiten en el ala este. De la misma manera, la exedra con salas anejas que se halla en el recinto que rodea a las termas en sí se repite en las dos alas. Si es único el amplio graderío que se establece en el lado sur del conjunto.

LOS BAÑOS ROMANOS (vídeo)


  Los hábitos higiénicos propios del mundo romano generan en las ciudades hispanas la construcción de conjuntos termales públicos. Las termas se organizaban en torno a las clásicas tres piscinas: frigidarium, de agua fría, tepidarium, templada y caldarium, caliente.
  Los baños romanos eran populares centros de reunión. En ellos, los habitantes de las ciudades disponían de tiendas, bibliotecas, jardines y palestras, destinadas a los ejercicios gimnásticos.
  Los ciudadanos adinerados pasaban allí buena parte de su tiempo, que empleaban en charlar, entretenerse con juegos de mesa, o hacer ejercicios con pesas y balones medicinales. También los pobres asistían a los baños públicos, pues la entrada no resultaba cara, siendo incluso gratuita para los niños. Los ricos eran asistidos por esclavos o por empleados de los baños. En general, los bañistas eran gente ruidosa que cantaba, gritaba o gruñía con los golpes de los masajistas.
  El baño romano resultaba todo un ceremonial. Los bañistas pasaban por tres o cuatro clases de baños, según fuera con agua caliente, fría, se realizara en seco o se utilizara vapor. Pasadas estas fases, se volvía al frigidarium, la piscina de agua fría.
  En los baños no se utilizaba el jabón. En su lugar los bañistas se untaban la piel con aceite, siendo muy apreciado en todo el Imperio el procedente de Hispania. Pero los baños eran también el lugar favorito para las relaciones sexuales, ofreciendo sus servicios tanto hombres como mujeres.

EL COLISEO (ANFITEATRO FLAVIO) (vídeo).



  El anfiteatro Flavio o Coliseo fue edificado por orden de Vespasiano hacia el año 71, siendo inaugurado por su hijo Tito en el año 80. La parte superior sería añadida por Domiciano a finales del siglo I. Su nombre es debido a la existencia de una cercana estatua colosal de Nerón.
  El anfiteatro tiene forma elíptica y unas impactantes dimensiones: 188 metros en su lado mayor y 155 en el menor. En el exterior se pueden contemplar cuatro pisos, estando los tres primeros formados por arcos de medio punto decorados con pilares de diferentes órdenes: dórico, jónico y corintio, dependiendo del piso en el que nos encontremos. El cuarto es un cerramiento que otorga mayor monumentalidad a la construcción. En las gradas podían sentarse hasta 50.000 espectadores. Los días de intenso calor un gran toldo cubría el anfiteatro para dar sombra a los asistentes al espectáculo.
  Bajo la arena se encontraban las dependencias dedicadas a jaulas para las fieras, armería, sala de máquinas, etc. En el año 523 se produjo el último espectáculo de gladiadores y fieras en el Coliseo.

EL PANTEÓN (vídeo)



En el año 27 antes de Cristo Agripa hizo construir un templo en el Campo de Marte dedicado a Augusto. El edificio sufrió bastantes desperfectos en el incendio del año 80, siendo restaurado por Domiciano. Sin embargo, un nuevo incendio en tiempos de Trajano acabó por destruir el edificio. Será Adriano quien ordene la construcción del nuevo templo, conservando en su fachada una inscripción que alude a su fundación por Agripa.
Su nombre vendrá motivado por ser un templo dedicado a distintas divinidades, albergando en los siete nichos del interior otras tantas imágenes de dioses.
Al templo se accede por su lado norte, concretamente por un pórtico de tres hileras de columnas coronado por un frontón. Esta disposición divide el primer espacio interno en tres naves, siendo las de los laterales iguales entre sí y terminadas en sendos ábsides.
La naos tiene planta circular, con casi 44 metros de diámetro. En alzado tiene forma de cilindro que se cubre con una cúpula de las mismas dimensiones que la planta. La cúpula se decora con grandes casetones e iluminada por una amplia claraboya.
La bóveda está formada por una serie de arcos de descarga en su arranque, y el resto es de hormigón recubierto de ladrillo. El peso de la cúpula se concentra en varios puntos lo que permite abrir en los espacios intermedios del muro capillas profundas.

DEL TEATRO GRIEGO AL ROMANO (vídeo)


  El teatro griego consta de tres partes esenciales: escena, orquestra y graderío. La escena se encuentra a nivel de tierra y en ella se emplean decoraciones giratorias en forma de prismas triangulares. La orquestra es la parte dedicada al coro; tiene planta circular y en el centro se alza la estatua dedicada a Dionisos, dios en cuyo honor se celebra la fiesta. El graderío tiene planta ultrasemicircular, rodeando en parte a la orquestra.
  La principal novedad en el teatro romano la encontramos en la disminución del tamaño de la orquestra, que se hace semicircular debido a la menor importancia otorgada al coro durante la representación. Al hacerse la orquestra semicircular, el graderío toma la misma forma. Los romanos le llaman cavea y distinguen en él tres tercios. De esta manera, el teatro se convierte en un edificio y la escena ocupa un papel importante en él, organizándose habitualmente a través de arquerías, frontones y nichos.
  En Roma el más importante de los teatros es el Marcelo mientras que en España destaca el de Mérida, realizado en el año 18 a.C. aunque su escena se construya en el año 135 después de Cristo.

lunes, 3 de enero de 2011

LOS FOROS IMPERIALES (vídeo).


  El centro de la vida urbana en Roma fue el foro romano, en el que se agolpaban las construcciones sin un orden regular. Edificios, monumentos conmemorativos y estatuas llegaron a ser tan numerosos que la Vía Triunfal que atravesaba el foro sólo medía cuatro metros de anchura.
  Al convertirse el foro en intransitable e inútil a sus objetivos primitivos -ferias y mercados- a su alrededor diferentes emperadores ordenaron construir otros foros, con los que se establecía una nueva distribución urbanística y al mismo tiempo les servían de propaganda política.
  El primero en construirse fue el foro de Julio César, presidido por el templo de Venus Genitrix, mítica antepasada de la familia Julia.
  Augusto levantó su foro perpendicularmente al de César, destacando las dos exedras que tenían sus lados mayores.
  Para comunicar el foro primitivo con el popular y comercial barrio de la Subura, Domiciano ordenó la construcción del Foro Transitorio, siendo inaugurado en el año 97 por Nerva. A su derecha se levantaba el Templo de la Paz.
  El más importante de los foros imperiales es el de Trajano. Comprendía un pórtico, la basílica Ulpia, una biblioteca y el templo de Trajano. Los edificios se organizaban siguiendo un eje de simetría que tenía los extremos en la estatua del emperador y en su célebre columna. En la zona norte del patio se encontraba el mercado, edificado en planta semicircular.

LA CIUDAD ROMANA (vídeo) Y ¡FELIZ 2011!

Empezamos el nuevo año con más material para ir preparando el examen del arte romano. Iré colgando unos cuantos vídeos sacados de artehistoria.com, así que podéis verlos en el blog o directamente en youtube.


  La expansión del mundo romano se basó en una red de miles de ciudades a lo largo del Imperio, que difundieron el modo de vida urbano. Esta reconstrucción ideal de una ciudad nos servirá para describir sus elementos con más detalle.
   Todos los núcleos de población importantes estaban protegidos por una muralla, en la que se abrían varias puertas. Muy importante era el foro o plaza pública, un espacio abierto de carácter monumental.
   Para garantizar el suministro de agua, los ingenieros romanos construyeron largos acueductos, que la llevaban a la ciudad desde lejanas distancias. Las termas constituyeron uno de los edificios básicos para toda urbe, pues los romanos fueron grandes aficionados a los baños públicos. En ellas, los ciudadanos podían disfrutar en su tiempo de ocio haciendo gimnasia o bien podían hacerse dar un masaje.
   La sociedad romana invertía gran parte de su ocio en acudir a espectáculos, que se representaban en teatros, anfiteatros y circos. Los anfiteatros, en los que se celebraban combates de gladiadores, se hacían a veces siguiendo el modelo del Coliseo de Roma, en el que cabían hasta 50.000 espectadores.
   Otro edificio importante era el circo. En él se desarrollaban espectáculos como las carreras de cuadrigas. Para ello tenía una pista ovalada, dividida por un muro central adornado con estatuas y trofeos, mientras que a los lados se situaban los graderíos.
   Pero en la ciudad romana también existían edificios dedicados al culto, como basílicas o templos. Estos últimos albergaban las múltiples divinidades del panteón romano y, aunque podían ser de varios tipos, se caracterizaban siempre por su simplicidad y equilibrio.
  Por último, las ciudades romanas se caracterizaban por su abigarrado conjunto de viviendas, agrupadas en manzanas más o menos regulares. Quienes podían permitírselo, habitaban en casas de una sola planta. Éstas contaban con un atrio o patio central, desde donde se accedía a las principales estancias, algunas decoradas con mosaicos. Si era posible, un patio exterior servía para solaz de sus habitantes.